Lucas es un
chaval que vive en un edificio construido sobre el solar que una vez ocupó la
casa de Miguel de Cervantes. Un día conoce a un escritor
vecino suyo llamado Miguel que le contará fabulosas historias. Después de muchas
coincidencias Lucas llega a una conclusión: por extraño que parezca, Miguel
no es otro que el mismísimo autor de El Quijote.
La idea de convertir a Cervantes en el vecino del segundo
se le ocurrió a Rosa Huertas callejeando por Madrid: “Un
día paseando por el Barrio de las Letras
vi un cartel en el edificio que está donde estaba la casa donde murió Miguel
de Cervantes. En un balcón del segundo piso había un cartel que decía “Stop
Desahucios”. Me acordé de Cervantes y pensé que si viviera en el siglo XXI, concretamente en el año 2014, que es cuando vi el cartel
y le hice una foto, le habría pasado lo mismo, porque Cervantes malvivió
los últimos años de su vida. Pasó muchos apuros económicos y posiblemente no
habría tenido dinero para pagar la hipoteca o el alquiler.”
Los datos biográficos y paralelismos
con este Cervantes
contemporáneo se mezclan con las vivencias de Lucas en el barrio y con las historias que su vecino le
cuenta y en las que se cita a Rinconete
y Cortadillo, El licenciado
Vidriera, La gitanilla
o incluso a Don Quijote de la Mancha. Un entramado que familiariza al lector con el universo cervantino e incluso puede
animarle, como le ocurre a Lucas,
a empezar a imaginar sus propias historias porque como recuerda Rosa Huertas: “Solamente
puedes crear historias si antes has escuchado o has leído historias.”
Canto al poder de la imaginación
y a la amistad, Mi vecino Cervantes (Anaya Infantil & Juvenil) cuenta con ilustraciones de BeatrizCastro. Una más que atractiva propuesta para que los lectores a partir de 8 años se acerquen al genial autor, ahora que el 23 de abril se ha esfumado y los fastos del 400
aniversario no son más que un recuerdo.
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